Ser periodista o fotógrafo de prensa, por accidente o no, es un trabajo de alto riesgo. Y sino que se lo digan a José Cendón, el fotógrafo gallego que fue secuestrado ayer en Somalia cuando se disponía a abandonar el país tras haber concluido un reportaje sobre piratería marítima. La misma suerte ha corrido el periodista británico Colin Freeman.En este caso las tecnologías de la información no les han ayudado ni servido de mucho. Es demasiado alto el precio que han pagado por tratar de mostrar a la sociedad una realidad de un pedacito del mundo, uno a través del objetivo de su cámara y el otro mediante sus reportajes. ¿Es esto libertad de expresión?
Es lamentable tener que diagnosticar que, en pleno siglo XXI, contar lo que sucede en determinadas partes o fronteras del mundo está suponiendo la vida (en todos los sentidos de la palabra) a muchos periodistas, fotógrafos, reporteros, informadores, corresponsales y demás profesionales de la comunicación.
Los datos de Reporteros sin Fronteras hablan por sí solos. En 2007, 87 periodistas y 20 colaboradores murieron mientras que 127 periodistas fueron encarcelados; en 2006, fueron 83 los que perdieron la vida. Y así sucesivamente… da escalofríos ¡viva la libertad de expresión!
Es indignante que los periodistas de verdad se la jueguen, en las guerras o de otras muchas maneras y los 'XXX' (me ahorro el adjetivo) de los miles de reality shows que salen por TV ocupen el puesto de los periodistas de verdad en los medios de comunicación. No hay derecho. Y lo peor de todo es que es una práctica que va a más... menudo gremio. Desde luego un accidente.
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